Hace no mucho ya hablamos aquí sobre el VAR, el sistema de videoarbitraje implantado en algunas ligas como la Bundesliga alemana o la SERIE A italiana para solucionar algunas jugadas polémicas habituales en el fútbol como son los fueras de juego, los penalties, las agresiones que el árbitro no ve…. Hasta este punto, el VAR pinta bien, puede solucionar cosas que en una décima de segundo el árbitro, a veces, no puede pero… ¿va a funcionar siempre?
En las ligas mencionadas ya tenemos la demostración de que no es así. Ni siquiera el VAR hace desaparecer las polémicas ya que, las jugadas más ajustadas, según el color de camiseta que lleves, se siguen viendo de una manera u otra.
Lo que está claro es que el fútbol tiene que evolucionar y adaptarse a las nuevas tecnologías. Algunas, tan sencillas como el ojo de halcón, se usan en ligas como la Premier inglesa con un gran resultado: se han conseguido eliminar los goles fantasma. Pero entrar en el dilema del VAR es algo más complicado.
La principal pega que el mundo del fútbol le pone es que le quita fluidez al juego. Con la cantidad de polémicas que puede haber a lo largo de 90 minutos, estar parando cada X tiempo a comprobar los fueras de juego que han acabado en gol o los penalties le resta emoción y le imprime una pausa contraproducente para el espectador, estés en el estadio o viendo el partido en el bar.
Marcar un gol es la máxima expresión de júbilo en este deporte y eso es lo que se transmite y contagia a las millones de personas en el mundo que amamos este deporte. Y eso se puede perder si en cada gol, el equipo contrario pide el VAR por… lo que crean. Si hay que esperar para celebrar, con la confusión que eso produce, se corre el riesgo de quitar esa emoción. Y si esa emoción se pierde… ¿qué nos queda? Puro negocio, desgraciadamente.
Otro aspecto es el interpretativo. Como hemos dicho más arriba, al final, aún viéndolo varias veces en vídeo, la perspectiva de las acciones puede hacer ver que son una cosa u otra y muchas decisiones aun viéndolas y reviéndolas pueden dar lugar a error. Y por encima de eso están las jugadas que se deciden revisar y las que no. En su primer uso (el Mundial de Clubes de 2016) ya se demostró que el VAR no es fiable al 100% y se tendrían que mejorar muchos aspectos antes de depender del videoarbitraje.
Además, este sistema daría más protagonismo si cabe al árbitro (por si no tenían poco ya en estas últimas temporadas). Eso influiría en que el fútbol dejaría de ser tan «espectáculo» para pasar a ser un deporte demasiado estricto. ¿Estamos preparados para ello?